La vida consagrada no es signo de infelicidad. Quedarse sólo con los datos que nos ofrece la sociología no sitúa adecuadamente el presente y el futuro de los consagrados. Estamos en un tiempo nuevo y nueva debe ser la reflexión sobre la VC. Pujol Bardolet insiste en la centralidad de la Misión en la cuál, consagrados y laicos, han de ir “de la mano”.
A juzgar por la transformación de nuestros seminarios y noviciados en casas de acogida, de formación permanente u otros usos, así se diría: cada vez hay menos jóvenes que quieran optar por un género de vida institucional sacerdotal o religioso. Es un hecho. Y, por ende, la edad media de los religiosos/as alcanza límites cada vez más elevados.
Pero, hay que analizar la situación de “fecundidad vocacional” de tiempos pasados:
– La sociedad de “cristiandad” era sociológicamente cristiana, por lo que las familias, en su gran mayoría, tenían como bendición de Dios y también como prestigio, el tener un hijo/a como religioso/a.