El que vaya en busca de la dicha debe recordar que,
donde quiera que vaya,
no hallará otra dicha que la que lleve consigo;
ella nunca está fuera de nosotros
y tiene solamente los límites que nosotros le trazamos,
límites que estarán determinados por nuestra
capacidad de evaluación y de gozo.
En el mundo entero nada encontraremos que no esté
dentro de nosotros porque la felicidad
surge de la expresión espontánea y fuerte
de lo mejor que sabemos y podemos.
Es necesario llevar la dicha en nosotros
donde quiera que vayamos,
porque de otra manera no la hallaremos
en ninguna parte.