Todos tienen la cabeza y los pies desnudos, no llevando otra vestimenta que el manto. (…). Unos lo colocan sobre el hombro derecho y otros sobre el izquierdo, con el pelo hacia afuera o hacia adentro, según llueva o haga buen tiempo. Los que yo he visto estaban bien conformados; tenían el cuerpo derecho, la pierna y el brazo bien torneados, el pecho ancho, todos los músculos del cuerpo bien definidos. Frente alta , boca grande, nariz ancha, un poco aplastada hacia la punta, labios de mediano grosor, dientes blancos, cabellos largos, negros, caídos negligentemente alrededor del cuello, e inclusive , algunas veces sobre la frente. Los hombres pasa la vida dedicados a la caza, a la pesca y a andar a caballo , siendo así que son excelentes jinetes. Los viejos presiden cada toldería y permanecen en sus habitaciones con los jóvenes y las doncellas que aún no tienen fuerzas como para hacer un trabajo pesado. Toda su forma de gobierno consiste en respetar a los ancianos. Son notablemente diestros en el manejo del lazo , la lanza y el arco ; raramente fallan un tiro de lazo , inclusive a caballo , y corriendo a rienda suelta (Dom. A. J. Pernetty de “Descripción de Montevideo durante la gobernación de J. J. de Viana -año 1764)
OTRO TESTIMONIO
Su estatura es prócer y muy membrudos : su color americano o de bronce ; su pelo negro, grueso y largo un poco cortado por la frente ; la barba muy escasa y solamente la tienen en el labio superior formando largos bigotes y muy pocos pelos en la perilla o barba; los ojos negros algún tanto oblicuos y no tan chicos como se ponderan ; la cara más bien es larga y ancha; la parte inferior del rostro estrecha ( y anchas las espaldas) ; la frente no muy chica : los dientes bien conservados y muy iguales ; boca y labios regulares ; nariz un poco aguileña ; pies y manos pequeños. En una palabra, nada tienen de monstruoso ni deforme los hombres primitivos del país que ocupamos y que eran los verdaderos dueños de esta campaña. Sus armas son la lanza, la flecha , la honda y las bolas. La primera y la última son de la caballería; ambas temibles. (…)
Las manejan con una destreza increíble y las hacen aún más temibles por su fuerza y su destreza en el caballo. De las bolas usan contra los jinetes y son tres, cada una con una cuerda de una braza que cuelgan del mismo nudo, y tomando una de ellas revolotean las otras dos, como se hace con la honda, y después que han tomado impulso, las arrojan contra los pies de los caballos , los que sintiéndose enredados corren y dan de coces y con esto se acaban de enredar y caen ; otras veces dan con ellas a los mismos jinetes, los que también aturdidos caen en tierra: las hay que pesan media libra y las menores las usan para los avestruces juntándose muchos para ello, pues son muy ligeras esas aves(…) (Dámaso Antonio Larrañaga (1813)