Carta al P. Aquilino Bocos, cmf
¡Buen día, hermano! Es para mí un gusto saludarte de nuevo. Gracias por el gran servicio que viene prestando “Vida Religiosa”. A manera de confidencia o desahogo, y abusando un poco de tu confianza, puede tener sentido esta reflexión en voz alta.
Aunque buena teoría sobre la vida religiosa no falta y creo que religiosos anhelan una profunda renovación, es preocupante la práctica bastante generalizada hoy en las congregaciones que, a partir de los mendicantes, han brotado en la Iglesia para una misión evangelizadora. Parece que las políticas de conservación prevalecen sobre el coraje para enfrentarnos a la compleja situación cultural y ofrecer nueva versión de nuestra fe cristiana.
Hace unas semanas en Bogotá un obispo contó algo muy significativo. Había estado en un encuentro que tuvieron obispos del CELAM y obispos de Norteamérica. En el mismo edificio estaban reunidos superiores de distintas congregaciones religiosas, cuyas preocupaciones más urgentes eran: administrar el patrimonio ecónomico, arreglar el tema de las jubilaciones y procurar la buena atención de los religiosos ancianos.