«Estar a dos velas» equivale a estar sin blanca, es decir, sin dinero, sin recursos de ningún tipo. En El porqué de los dichos, José María Iribarren sugiere que alude al juego y al hecho de que, antiguamente, en las timbas y partidas de naipes «ilegales», el banquero solía contar los puntos y el dinero a la luz de dos velas. En este supuesto, si un jugador lograba ganar todo el dinero de la banca literalmente dejaba al banquero «a dos velas